Hoy he tenido la suerte de conocer a Víctor, un joven de Villanueva del Trabuco que un día decidió cambiar los cables y los enchufes a los que estaba acostumbrado como electricista por el continuo cacareo de las gallinas camperas de su granja.

He visitado muchas ganaderías, y aunque suene raro, muchos ganaderos tienen una vaca, una oveja, una cabra, que hace labores de medio mascota. Cuando llegamos a los olivos donde viven las 1.500 gallinas, una sale, encantada, a nuestro encuentro, entonces Víctor se inclina y le rasca suavemente el cuello, yo pensé que era la gallina/mascota de la granja… pero cual fue mi sorpresa, cuando casi todas las gallinas se ponen delante de él, esperando su momento de gloria, les va rascando a casi todas¡¡

Cuando ves cómo un ganadero trata a sus animales, ya te puedes hacer una idea del tipo de persona que es y de el tipo de producto que van a producir esos animales.

Víctor habla tranquilo, dedica tiempo a mirar a los animales, dedica tiempo a hacer fotografías, aunque estaba muy ocupado, se permitió el lujo de vivir cada momento al completo.

Me cuenta que él trabajaba como electricista en Málaga, y que toda la gente que le conocía y sabía que tenía un puñado de gallinas, le pedían huevos, me dijo “se ve que están muy ricos”. La posibilidad de tener su negocio propio, de volverse al pueblo y de hacer lo que realmente le gustaba fue el cúmulo de motivaciones que le llevó a tomar la decisión de MONTAR SU GRANJA DE GALLINAS CAMPERAS.

Aunque no me lo dice, tomar la decisión de abandonar un trabajo fijo, con un sueldo seguro a fin de mes, por la incertidumbre de emprender un proyecto nuevo, buscar financiación, hacer la formación necesaria para la incorporación a la empresa agraria y volver al pueblo, debió de ser duro.

Debió de ser duro porque en la actualidad, la sociedad ha decidido que lo que “está de moda” es vivir acinados en pisos de 80 m2, trabajar a 50 minutos de tu casa, no tener tiempo, tener estrés, dedicar los fines de semana a ir a comprar a un gran centro comercial y pasar las veladas en establecimientos caros y quejarte mucho, sobre todo quejarte mucho… si cumples todos estos requisitos, la sociedad te galardona con el título de “ciudadano adaptado del siglo XXI”. En esta sociedad donde hemos aparcado el amor por una buena charla, donde hemos dejado de lado el esfuerzo por emprender mi negocio, arriesgándome a que no salga como yo había pensado, donde hemos dado la categoría de peyorativo a todo lo procedente del sector primario… decidir montar una granja de gallinas para vender HUEVOS CAMPEROS, es verdaderamente un logro y una muestra de valentía.

Para mí, Víctor, es un ejemplo para imitar.

Cuando Víctor vende los huevos de sus gallinas camperas, realmente está vendiendo huevos de gallinas camperas. Vende huevos de gallinas que tienen mucho terreno para carear, que pueden comer insectos, que picotean y escarban la tierra, que se dan baños de tierra, que no tienen estrés por hacinamiento, que son tratadas con cuidado y con respeto, que están en su hábitat, que siestean en la sombra de los olivos, que tienen un plumaje brillante y limpio.

Pero además, cuando Víctor decide emprender en su granja, está acercándonos a la posibilidad de tener una SOBERANÍA ALIMENTARIA, de consumir productos de kilometro 0, donde ocupa un lugar importante el Medio Ambiente y su conservación, está haciendo un DESARROLLO RURAL REAL, él cree en su pueblo y lo hace de una forma tan segura que apuesta firmemente por él, está creando un posible modelo para que otras personas jóvenes se planteen como alternativa laborar emprender en su pueblo. Donde vuelve a aparecer la economía circular, yo te compro a ti, tú me ayudas con lo mío. Sinceramente, el encontrar ejemplos de personas involucradas con la conservación de nuestro mundo rural es un lujo y una maravilla.

La motivación de Víctor es inagotable, no solamente atiende a sus gallinas, clasifica los huevos, los envasa, además se encarga de las labores comerciales, ofrece sus productos a los establecimientos de la comarca y los distribuye. Tiene ese tipo de energía que se obtiene cuando una persona está profundamente motivada por lo que hace y por los frutos de su esfuerzo.

Además de hacerme clienta y embajadora de los huevos de sus gallinas camperas, me he convertido en una gran admiradora de toda la labor que está realizando en su pueblo. Muchos “Víctor” necesita nuestro campo.